sábado, 31 de enero de 2009

Tres lugares comunes de
las leyendas negras.
(parte III)



por Antonio Caponnetto


La sed de Oro

Se dice, en segundo lugar, que la llegada y la presencia hispánica no tuvo otro fin superior al fin económico; concretamente, al propósito de quedarse con Ios metales preciosos americanos.

Y aquí el marxismo vuelve a brindarnos otra aporía Porque sí nosotros plantamos la existencia de móviles superiores, somos acusados de angelistas, pero si ellos ven sólo ángeles caídos adoradores de Mammon se escandalizan con rubor de querubines. Si la economía determina a la historia y la lucha de clases y de intereses es su motor interno ; si los hombres no son más que elaboraciones químicas transmutadas, puestos para el disfrute terreno, sin premios ni castigos ulteriores, ¿a qué viene esta nueva apelación a la filantropía y a la caridad entre naciones. Unicamente la conciencia cristiana puede reprobar coherentemente —y reprueba semejantes tropelías. Pero la queja no cabe en nombre del materialismo dialéctico. La admitimos con fuerza mirando el tiempo sub specie aeternitatis. Carece de sentido en eI historicismo sub lumine oppresiones. Es reproche y protesta si sabemos al hombre "portador de valores eternos", como decía José Antonio, u homo viator, como decían Ioos Padres. Es fría e irreprochable lógica si no cesamos de concebirlo como homo acconomicus.

Pero aclaremos un poco mejor las cosas.

Digamos ante todo que no hay razón para ocultar los propósitos económicos de la conquista española. No solo porque existieron sino porque fueron lícitos. El fin de la ganancia en una empresa en la que se ha invertido y arriesgado y trabajado incansablemente, no está reñido con la moral cristiana ni con el orden natural de las operaciones. Lo malo es, justamente, cuando apartadas del sentido cristiano, las personas y las naciones anteponen las razones finaneieras a cualquier otra, las exacerban en desmedro de los bienes honestos y proceden con métodos viles para obtener riquezas materiales. Pero éstas son, nada menos, las enseñanzas y las prevenciones continuas de la Iglesia Católica en España. Por eso se repudiaban y se amonestaban las prácticas agiotistas y usureras, el préstamo a interés, la "cría del dinero", las ganancias malhabidas. Por eso, se instaba a compensaciones y reparaciones postreras —que tuvieron lugar en infinidad de casos—; y por eso, sobre todo, se discriminaban las actividades bursátiles y financieras como sospechosas de anticatolicismo. No somos nosotros quienes lo notamos. Son los historiógrafos materialistas quienes han lanzado esta formidable y certera "acusación" ni España ni los países católicos fueron capaces de fomentar el capitalismo por sus prejuicios antiprotestantes y antirabínicos. La ética calvinista y judaica, en cambio, habría conducido como en tantas partes, a la prosperidad y al desarrollo, si Austrias y Ausburgos hubiesen dejado de lado sus hábitos medievales y ultramontanos.

De lo que viene a resultar una nueva contradicción. España sería muy mala porque llamándose católica buscaba el oro y la plata. Pero seria después más mala por causa de su catolicismo que la inhabilitó para volverse próspera y la condujo a una decadencia irremisible.

Tal es, en síntesis, lo que vino a decirnos Hamilton —pese a sí mismo hacia 1926, con su tesis sobre "Tesoro Americano y el florecimiento del Capitalismo". Y después de él, corroborándolo o rectificándolo parcialmente, autores como Vilar, Simiand, Braudel, Nef, Hobsbawn, Mouesnier o el citado Carande. El oro y la plata salidos de América (nunca se dice que en pago a mercancías, productos y estructuras que llegaban de la Península) no sirvieron para enriquecer a España, sino para integrar el circuito capitalista europeo, usufructuado principalmente por Gran Bretaña.

Los fabricantes de leyendas negras, que vuelven y revuelven constantemente sobre la sed de oro como fin determinante de la Conquista, deberían explicar, también, por que España llega, permanece y se instala no solo en zonas de explotación minera, sino en territorios inhóspitos y agrestes. Porque no se abandonó rápidamente la empresa si recién en la segunda mitad del siglo XVI se descubren las minas más ricas, como las de Potosí, Zacatecas o Guanajuato. Por qué la condición de los indígenas americanos era notablemente superior a la del proletariado europeo esclavizado por el capitalismo, como lo han reconocido observadores nada hispanistas como Humboldt o Dobb, o Chaunu, o el mercader inglés Nehry Hawks, condenado al destierro por la Inquisición en 1751 y reacio por cierto a las loas españolistas. Por qué pudo decir Bravo Duarte que toda América fue beneficiada por la Minería, y no así la Corona Española. Por qué, en síntesis —y no vemos argumento de mayor sentido común y por ende de mayor robustez metafísica—, si sólo contaba el oro, no es únicamente un mercado negrero o una enorme plaza financiera lo que ha quedado como testimonio de la acción de España en América, sino un conglomerado de naciones ricas en Fe y en Espíritu. El efecto contiene y muestra la causa: éste es el argumento decisivo. Por eso, no escribimos estas líneas desde una Cartago sudamericana amparada en Moloch y Baal, sino desde la Ciudad nombrada de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires, por las voces egregias de sus héroes fundadores.

viernes, 30 de enero de 2009

Nota de Mons. Williamson al Card. Castrillón Hoyos




A Su Eminencia Cardenal Castrillón Hoyos


Eminencia:

En medio de este tremenda tormenta levantada por comentarios imprudentes de mi parte en la televisión sueca, le ruego que acepte, con el debido respeto, mi sincera manifestación de pena por las innecesarias angustias y problemas que he causado a Ud. y al Santo Padre.

Para mí, lo que realmente tiene importancia es la Verdad Encarnada, y los intereses de Su única verdadera Iglesia a través de la cual solamente es posible salvar nuestras almas y dar gloria eterna, en nuestro modesto modo, al Dios Todopoderoso. Por eso pues, solo hago un comentario, tomado del profeta Jonás, I,12.

“Tómenme y arrójenme al mar, así el mar se encalmará para ustedes: porque sé que es a causa de mí que esta gran tempestad nos ha sobrevenido”.

Por favor, acepte también, y transmita al Santo Padre mi sincero agradecimiento personal por el documento firmado el pasado miércoles y hecho público el sábado. Con la mayor humildad ofreceré una misa por ambos.

Suyo sinceramente en Cristo.

+ Richard Williamson

28 de enero de 2009





Fuente: Blog Dinoscopus, de Mons. R. Williamson

jueves, 29 de enero de 2009

Tres lugares comunes de
las leyendas negras (parte II)



por Antonio Caponnetto


El despojo de la tierra

Se dice en primer lugar, que España se apropió de las tierras indígenas en un acto típico de rapacidad imperialista.

Llama la atención que, contraviniendo las tesis leninistas, se haga surgir al Imperialismo a fines del siglo XV. Y sorprende asimismo el celo manifestado en la defensa de la propiedad privada individual. Pero el marxismo nos tiene acostumbrados a estas contradicciones y sobre todo, a su apelación a la conciencia cristiana para obtener solidaridades. Porque, en efecto, sin la apelación a la conciencia cristiana —que entiende la propiedad privada como un derecho inherente de las criaturas, y sólo ante el cual el presunto despojo sería reprobable— ¿a qué viene tanto afán privatista y posesionista? No hay respuesta.

La verdad es que antes de la llegada de los españoles, los indios concretos y singulares no eran dueños de ninguna tierra, sino empleados gratuitos y castigados de un Estado idolatrizado y de unos caciques despóticos tenidos por divinidades supremas. Carentes de cualquier legislación que regulase sus derechos laborales, el abuso y la explotación eran la norma, y el saqueo y el despojo las prácticas habituales. Impuestos, cargas, retribuciones forzadas, exacciones virulentas y pesados tributos, fueron moneda corriente en las relaciones indígenas previas a la llegada de los españoles. El más fuerte sometía al más débil y lo atenazaba con escarmientos y represalias. Ni los más indigentes quedaban exceptuados, y solían llevar como estigmas de su triste condición, mutilaciones evidentes y distintivos oprobiosos. Una "justicia" claramente discriminatoria, distinguía entre pudientes y esclavos en desmedro de los últimos y no son éstos, datos entresacados de las crónicas hispanas, sino de las protestas del mismo Carlos Marx en sus estudios sobre "Formaciones Económicas Precapitalistas y Acumulación Originaria del Capital". Y de comentaristas insospechados de hispanofilia como Eric Hobsbawn, Roberto Oliveros Maqueo o Pierre Chaunu.

La verdad es también, que los principales dueños de la tierra que encontraron los españoles —mayas, incas y aztecas— lo eran a expensas de otros dueños a quienes habían invadido y desplazado. Y que fue ésta la razón por la que una parte considerable de tribus aborígenes —carios, tlaxaltecas, cempoaltecas, zapotecas, otomíes, cañarís, huancas, etcétera— se aliaron naturalmente con los conquistadores, procurando su protección y el consecuente resarcimiento.

Y la verdad, al fin, es que sólo a partir de la Conquista, los indios conocieron el sentido personal de la propiedad privada y la defensa jurídica de sus obligaciones y derechos. Es España la que se plantea la cuestión de los justos títulos, con autoexigencias tan sólidas que ponen en tela de juicio la misma autoridad del Monarca y del Pontífice. Es España -con ese maestro admirable del Derecho de Gentes que se llamó Francisco de Vitoria— la que funda la posesión territorial en las más altos razones de bien común y de concordia social, la que insiste una y otra vez en la protección que se le debe a los nativos en tanto súbditos, la que garantiza y promueve un reparto equitativo de precios, la que atiende sobre abusos y querellas, la que no dudó en sancionar duramente a sus mismos funcionarios descarriados, y la que distinguió entre posesión como hecho y propiedad como derecho, porque sabía que era cosa muy distinta fundar una ciudad en el desierto y hacerla propia, que entrar a saco a un granero particular. Por eso, sólo hubo repartimientos en tierras despobladas y encomiendas "en las heredades de los indios". Porque pese a tantas fábulas indoctas, la encomienda fue la gran institución para la custodia de la propiedad y de los derechos de los nativos. Bien lo ha demostrado hace ya tiempo Silvio Zavala, en un estudio exhaustivo, que no encargó ninguna "internacional reaccionaria", sino la Fundación Judía Guggenheim, con sede en Nueva York. Y bien queda probado en infinidad de documentos que sólo son desconocidos para los artífices de las leyendas negras.

Por la encomienda, el indio poseía tierras particulares y colectivas sin que pudieran arrebatárselas impunemente. Por la encomienda organizaba su propio gobierno local y regional, bajo un régimen de tributos que distinguía ingresos y condiciones, y que no llegaban al Rey —que renunciaba a ellos— sino a los Conquistadores. A quienes no les significó ningún enriquecimiento descontrolado y si en cambio, bastantes dolores de cabeza, como surgen de los testimonios de Antonio de Mendoza o de Cristóbal Alvarez de Carvajal y de innumerables jueces de audiencias. Como bien ha notado el mismo Ramón Carande en "Carlos V y sus banqueros", eran tan férrea la protección a los indios y tan grande la incertidumbre económica para los encomenderos, que América no fue una colonia de repoblación para que todos vinieran a enriquecerse fácilmente. Pues una empresa difícil y esforzada, con luces y sombras, con probos y pícaros, pero con un testimonio que hasta hoy no han podido tumbar las monsergas indigenistas: el de la gratitud de los naturales. Gratitud que quien tenga la honestidad de constatar y de seguir en sus expresiones artísticas, religiosas y culturales, no podrá dejar de reconocer objetivamente

No es España la que despoja a los indios de sus tierras. Es España la que les inculca el derecho de propiedad, la que les restituye sus heredades asaltadas por los poderosos y sanguinarios estados tribales, la que los guarda bajo una justicia humana y divina, la que Ios pone en paridad de condiciones con sus propios hijos, e incluso en mejores condiciones que muchos campesinos y proletarios europeos Y esto también ha sido reconocido por historiógrafos no hispanistas. Es España, en definitiva, la que rehabilita la potestad India a sus dominios, y si se estudia el cómo y el cuándo esta potestad se debilita y vulnera, no se encontrará detrás a la conquista ni a la evangelización ni al descubrimiento, sino a las administraciones liberales y masónicas que traicionaron el sentido misional de aquella gesta gloriosa. No se encontrará a los Reyes Católicos, ni a Carlos V, ni a Felipe II. Ni a los conquistadores, ni a los encomenderos, ni a los adelantados, ni a los frailes. Sino a Ios enmandilados Borbones iluministas y a sus epígonos, que vienen desarraigando a América y reduciéndola a la colonia que no fue nunca en tiempos del Imperio Hispánico.





miércoles, 28 de enero de 2009

"Todo ha cambiado y eso se lo debemos al Papa"

"Siento alegría y satisfacción y no son los sentimientos de una persona que piensa haber vencido". "Lo he sabido pocos días atrás en la oficina del cardenal Castrillón. Nos abrazamos". "Roma nos quiere realmente bien". "Todo ha cambiado y eso se lo debemos al Papa". Todas estas son frases de un hombre feliz ante el histórico decreto del pasado sábado: monseñor Bernard Fellay. El diario italiano “Libero” publicó el pasado domingo una entrevista en la cual el Superior de la Fraternidad de San Pío X habló acerca del levantamiento de las excomuniones y de la situación actual sin dejar de lado su análisis sobre la crisis actual de la Iglesia. Ofrecemos nuestra traducción.

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Monseñor, el 30 de junio de 1988 usted era consagrado obispo por Monseñor Marcel Lefebvre, junto a otros tres sacerdotes de la Fraternidad de San Pío X. Este acto hizo de ustedes y del obispo brasileño Antonio De Castro Mayer los primeros excomulgados después del Concilio Vaticano II. Hoy usted es el Superior general de la Fraternidad, lo que en el apresurado lenguaje periodístico es definido como “el jefe de los lefebvristas”. Estamos en Menzingen, Suiza, en la Casa general. Tenemos sobre la mesa el decreto de la Santa Sede que levanta aquellas excomuniones. ¿Qué siente?


Alegría, satisfacción. No son lo sentimientos de una persona que piensa haber vencido. Lo que la Fraternidad de San Pío X ha hecho desde su fundación hasta hoy, y que continuará haciendo siempre, lo ha hecho y lo hará sólo por el bien de la Iglesia. También las consagraciones episcopales de 1988 fueron realizadas con ese fin. Por el bien de la Iglesia y por nuestra supervivencia. Monseñor Lefebvre debía – repito: debía - asegurar una continuidad. No somos más que un pequeño bote de salvamento en un mar en tempestad. Nosotros hemos estado siempre al servicio de la Iglesia y siempre lo estaremos. El levantamiento de las excomuniones, junto al Motu proprio del Papa Benedicto XVI sobre la Misa antigua, es una señal importante, realmente importante, para nuestro pequeño bote. Es por eso que hablo de alegría y satisfacción.

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¿Dónde y cuando ha sabido del decreto?


Lo he sabido pocos días atrás en Roma, en la oficina de un cardenal, el cardenal Castrillón Hoyos, presidente de la Comisión Ecclesia Dei. Nos abrazamos. Enseguida, en primer lugar he dado gracias a la Virgen, éste es un regalo suyo. Es para obtener su intercesión que se han reunido más de un millón setecientos mil rosarios, rezados por fieles que deseaban el levantamiento de las excomuniones.

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¿Quién ha trabajado más en el Vaticano para llegar a esta solución?


Con seguridad el cardenal Hoyos, que es el presidente de la Comisión encargada de las relaciones entre la Santa Sede y la Fraternidad de San Pío X. Pero, sobre todo, el Papa Benedicto XVI. Lo he comprendido desde la primera audiencia en que me encontré con él, poco después de su elección. Aún cuando nos reprendía, el Santo Padre tenía un tono dulce, verdaderamente paternal.

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En el decreto se dice que el Santo Padre confía en vuestro compromiso “de no ahorrar esfuerzos por profundizar las necesarias discusiones con la Autoridad de la Santa Sede en los asuntos que permanecen abiertos”. ¿Qué quiere decir?


Quiere decir que, como todos los hijos de la Iglesia, estamos llamados a discutir aquellas cuestiones que consideramos fundamentales para la fe y para la vida de la Iglesia misma. Creo que esto reconoce, al menos, la seriedad de nuestra posición crítica sobre estos últimos cuarenta años. Nosotros no pedimos más que claridad. El hecho de que la voluntad del Santo Padre vaya en esta dirección es realmente de gran consuelo. Lo importante es que se entienda que, incluso en los momentos en que hacemos críticas severas, nosotros no estamos nunca contra la Iglesia o contra el papado. ¿Y cómo podríamos estarlo? A menudo nos han acusado de ser “lefebvristas” pero nosotros no somos “lefebvristas”, aunque siga siendo para nosotros un título de honra: nosotros somos católicos. El primero en no ser lefebvrista ha sido nuestro fundador, monseñor Lefebvre. Cuando esto quede claro, se comprenderán mejor nuestras posiciones. Tomará algún tiempo pero creo que, poco a poco, estará claro que todo lo que hacemos es obra de Iglesia.

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El levantamiento de las excomuniones ¿es fruto de una tratativa y de un acuerdo o es un acto unilateral de la Santa Sede?


Nosotros hemos pedido en varias ocasiones la libertad en la celebración de la Misa antigua y el levantamiento de las excomuniones. Pero lo que ha ocurrido ahora no es fruto de una tratativa o de un acuerdo. Es un acto gratuito y unilateral que demuestra que Roma nos quiere realmente bien. Un verdadero bien. Por mucho tiempo hemos tenido la impresión de que Roma no quería entrar en el tema. Luego todo ha cambiado y eso se lo debemos al Papa.

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¿Por qué Benedicto XVI ha querido tanto este acto? ¿Se ha dado cuenta de la complicación en la que se ha puesto con el levantamiento de las excomuniones?


Oh sí, creo que es bien consciente de las reacciones más diversas y más desordenadas. Además, en varias ocasiones antes y después de su elección papal, ha hablado de la crisis de la Iglesia en términos para nada ambiguos. Cuando mencionaba su dulzura paternal me refería al hecho de que en él se manifiestan, juntos, la conciencia de los tiempos en que vivimos, la firmeza para ponerles remedio y la atención a todos sus hijos. Esto hace que las reacciones más o menos inadecuadas ante sus actos lo pueden hacer sufrir pero ciertamente no hacen que cambie de parecer. Y aquí está también el motivo de esta decisión.

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En este contexto, ¿se podría sintetizar esta noticia diciendo que la Tradición ya no está excomulgada?


Sí, aunque se necesitará tiempo antes de que esto se convierta en moneda corriente dentro del mundo católico. Hasta hoy, en muchos ambientes hemos sido considerados y tratados peor que el diablo. Todo lo que hacíamos y decíamos era necesariamente algo malo. No creo que la situación pueda cambiar repentinamente. Pero hoy hay un acto de la Santa Sede que nos permite decir que la Tradición no está excomulgada.

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¿Y qué se siente vivir como excomulgado?


Se siente dolor por el uso malicioso e instrumentalizado de una marca de infamia. Respecto a nuestra situación, en cambio, debo decir que nunca nos hemos sentido excomulgados, nunca nos hemos sentido cismáticos. Siempre nos hemos sentido parte de la Iglesia y la noticia de la que estamos hablando demuestra que teníamos razón.

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Llegados a este punto nos preguntamos por qué esta situación se ha prolongado tanto. Y, sobre todo, ¿de qué naturaleza son las cuestiones que el documento de la Santa Sede y ustedes mismos dicen que deben ser aún discutidas?


Lo resumo brevemente. En un momento, dentro de la Iglesia hemos visto que se tomaba un camino nuevo, según nosotros un camino que habría llevado a grandes problemas. Nosotros no hemos hecho más que pensar, enseñar y practicar lo que la Iglesia había hecho siempre hasta aquel momento: nada más y nada menos. No hemos inventado nada. Hemos seguido, de hecho, la Tradición. Y hoy la Tradición ya no está excomulgada.

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Fuente: Libero


Traducción: La Buhardilla de Jerónimo


Tomado de Cruzamante

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martes, 27 de enero de 2009

Buenas noticias para la Tradición.








En el levantamiento de las excomuniones de los obispos de la Hermandad de San Pío X


Es sabido que las excomuniones recaídas en 1988 sobre el Arzobispo Marcel Lefèbvre, el Obispo Antonio de Castro-Mayer y los cuatro obispos de la Hermandad de San Pío X por ellos consagrados en el acto que determinó aquéllas, presentaron abundantes dudas desde el ángulo del derecho canónico, hasta el punto de que por muchos fueran reputadas siempre nulas. Sin embargo, los afectados han querido pedir a la autoridad su levantamiento y la Santa Sede lo ha concedido. Esto es lo importante. Lo demás pertenece a la interpretación jurídica de los canonistas y a la futura historia de la Iglesia.

La Comunión Tradicionalista no puede sino alegrarse, pues son bien conocidas las estrechas relaciones que siempre ha sostenido con la Hermandad de San Pío X en la lucha común contra la Revolución liberal, de la que la crisis modernista es un largo, penoso y grave capítulo. Los ataques modernistas contra la Iglesia no han quedado en el orden teológico y la vida interna de la Iglesia misma, sino que han afectado también al orden social y a la doctrina política católica. El Carlismo, inquebrantablemente fiel a la Iglesia de Roma, a la que ha servido abnegadamente, ha sufrido sin embargo en ocasiones la incomprensión de la política y la diplomacia vaticanas, que desde muy pronto reconocieron a los antirreyes de la dinastía liberal e incluso invitaron a los españoles a darles sostén. Sin embargo, ante la crisis de la segunda mitad del siglo XX, que históricamente se vincula con el II Concilio Vaticano, había de sufrir aún más si cabe los desmayos doctrinales y prácticos procedentes de las altas jerarquías de la Iglesia.

Así pues, los carlistas se mezclaron con los promotores del apostolado de la Hermandad de San Pío X, tanto en las Españas peninsulares como en las americanas. Baste recordar, con referencia exclusiva ahora a las primeras, cómo los capellanes de los campamentos que precedieron a Cruz de Borgoña fueron de la Hermandad y cómo a la misma pertenecen los sacerdotes que celebraban --y en muchos lugares siguen celebrando-- el Santo Sacrificio de la Misa en las conmemoraciones y reuniones carlistas. El mismo Abanderado de la Tradición, S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón, amigo como sus padres los Reyes Don Javier y Doña Magdalena del Arzobispo Lefèbvre, acompañado por un grupo de dirigentes carlistas, presenció en lugar de honor las consagraciones de Ecône de 1988.

Algunos grupos en la práctica democristianos han lanzado la especie de que el Carlismo auténtico pretende ser el "brazo político" de la Hermandad San Pío X, lo que sólo sería comprensible en un partido "vaticanista" o, en el mejor de los casos, "integrista" en el sentido de nocedalino. Pero que supone un grave error de perspectiva, pues el Carlismo es la continuidad de la tradición política católica española corporeizada en torno al Rey, y no una congregación o cofradía. Interesa resaltar, sin embargo, más allá de malintencionados enredos, la importancia de la convergencia del combate espiritual de la Tradición católica con el del combate político por la misma Tradición. Lo que ha sido siempre una constante del Carlismo, que si en otro tiempo buscó principalmente amparo en la Compañía de Jesús, por ser la vanguardia de la lucha por la integridad católica, de forma natural fue apoyando a la Hermandad de San Pío X y al resto del clero tradicional que resistió frente a la devastación modernista. Y es una constante que se repite en otros grupos tradicionalistas del resto de la antigua Cristiandad. Porque sólo la Tradición salvará a la Iglesia y sólo la Tradición salvará a España.




Víctor Ibáñez Mancebo.

Madrid, 26 enero 2009.

Enviado por "Agencia FARO"






FARO permite la reproducción de sus contenidos, citando la procedencia.

"Agencia FARO"

http://carlismo.es/agenciafaro



Tres lugares comunes de
las leyendas negras.
(parte I)


por Antonio Caponnetto




Introducción

La conmemoración del Quinto Centenario ha vuelto a reavivar, como era previsible, el empecinado odio anticatólico y antihispanista de vieja y conocida data. Y tanto odio alimenta la injuria, ciega a la justicia y obnubila el orden de la razón, según bien lo explicara Santo Tomás en olvidada enseñanza. De resultas, la verdad queda adulterada y oculta, y se expanden con fuerza el resentimiento y la mentira. No es sólo, pues, una insuficiencia histórica o científica la que explica la cantidad de imposturas lanzadas al ruedo. Es un odium fidei alimentado en el rencor ideológico. Un desamor fatal contra todo lo que lleve el signo de la Cruz y de la Espada.

Bastaría aceptar y comprender este oculto móvil para desechar, sin más, las falacias que se propagan nuevamente, aquí y allá. Pero un poder inmenso e interesado les ha dado difusión y cabida, y hoy se presentan como argumentos serios de corte académico. No hay nada de eso. Y a poco que se analizan los lugares comunes más repetidos contra la acción de España en América, quedan a la vista su inconsistencia y su debilidad. Veámoslo brevemente en las tres imputaciones infaltables enrostradas por las izquierdas.
Introducción
La conmemoración del Quinto Centenario ha vuelto a reavivar, como era previsible, el empecinado odio anticatólico y antihispanista de vieja y conocida data. Y tanto odio alimenta la injuria, ciega a la justicia y obnubila el orden de la razón, según bien lo explicara Santo Tomás en olvidada enseñanza. De resultas, la verdad queda adulterada y oculta, y se expanden con fuerza el resentimiento y la mentira. No es sólo, pues, una insuficiencia histórica o científica la que explica la cantidad de imposturas lanzadas al ruedo. Es un odium fidei alimentado en el rencor ideológico. Un desamor fatal contra todo lo que lleve el signo de la Cruz y de la Espada.

Bastaría aceptar y comprender este oculto móvil para desechar, sin más, las falacias que se propagan nuevamente, aquí y allá. Pero un poder inmenso e interesado les ha dado difusión y cabida, y hoy se presentan como argumentos serios de corte académico. No hay nada de eso. Y a poco que se analizan los lugares comunes más repetidos contra la acción de España en América, quedan a la vista su inconsistencia y su debilidad. Veámoslo brevemente en las tres imputaciones infaltables enrostradas por las izquierdas.





lunes, 26 de enero de 2009


Juan Vazquez de Mella

Nombres de oro para una cultura disidente

Cada madrugada de miércoles a jueves, nuestro pequeño espacio en la radio española ofrece la biografía de un gran personaje de nuestra historia y su aportación a la cultura de nuestro siglo: Ramiro de Maeztu, Chesterton, C.S. Lewis, Tolkien, Mishima, Charles Peguy, D'Ors, Menéndez Pelayo... El útlimo en vestir nuestro programa fue Vázquez de Mella, icono del tradicionalismo renovador.

Un oyente de La Estrella Polar nos ha pedido que hablemos aquí del pensador y político español Juan Vázquez de Mella. A la mayoría de los españoles de hoy, el nombre de Vázquez de Mella les dirá más bien poco. Alguno lo identificará con una de las plazas de Madrid que sirven de escenario a la fiesta del orgullo gay, pero poco más. Y sin embargo, este hombre ejerció una gran influencia en el pensamiento conservador del siglo XX español. Contemporáneo de los regeneracionistas y de la generación del noventa y ocho, a Vázquez de Mella podemos definirlo como el gran renovador del tradicionalismo hispano. Aunque hoy está prácticamente olvidado –al margen de algunos círculos de devotos-, sin sus ideas no puede entenderse buena parte de nuestro siglo XX.

Vamos a situarnos en Cangas de Onís, en Asturias, cerca de Covadonga, hacia 1861. Es ahí donde nace Juan Vázquez de Mella. Su padre es un teniente coronel retirado, patriota convencido y hondamente religioso. Juan estudia en el seminario asturiano de Valdediós y, después, en la facultad de Derecho de Santiago de Compostela. Ha heredado de su padre el patriotismo y la religiosidad, desde una perspectiva tradicional. En la España de aquellos años, década de los 70 del siglo XIX, eso no podía empujarle más que en una dirección: el carlismo, es decir, la monarquía tradicional, frente a la monarquía liberal.

Recordemos algunas fechas de aquel periodo tan convulso. En 1868, la monarquía de Isabel II ha sido derrocada por una revolución de carácter liberal. Los golpistas organizan unas elecciones, proclaman una Constitución y eligen rey a Amadeo de Saboya. La monarquía de Amadeo durará sólo dos años: sumergida en una permanente crisis, conocerá tres elecciones, seis gobiernos y continuos enfrentamientos, incluidas las insurrecciones de republicanos y carlistas. Amadeo finalmente abdica, las Cortes se reúnen y, contra la Constitución, proclaman la I República. Es 1873 y las cosas no van a hacer más que empeorar: la República carece de apoyo popular, se suceden cuatro presidentes en menos de un año, hay levantamientos cantonalistas, la guerra carlista se recrudece, hay insurrecciones en Cuba… Finalmente, en enero de 1874 el general Pavía da un golpe de Estado y pone el poder en manos del general Serrano. En diciembre de ese año se restaura la monarquía en la persona de Alfonso XII de Borbón, el hijo de Isabel II. Comienza el periodo de la Restauración, basado en la “alternancia controlada” de dos partidos: el conservador de Cánovas y el liberal de Sagasta.

En ese ambiente crece Vázquez de Mella, tanto en lo personal como en lo intelectual. Ha visto cómo una monarquía se descompone sobre sí misma, cómo pequeños grupos (por ejemplo, la masonería) son capaces de imponer su voluntad por encima de las instituciones, cómo un país entero puede entregarse al caos y cómo, por otro lado, las soluciones de tipo republicano y liberal no han conseguido sino que el caos aumente. Y Vázquez de Mella, entonces todavía un jovencito, empieza a pensar.

Nuestro protagonista, que era un hombre de orden, no se echa al monte con los furores de la adolescencia. Al contrario, se aplica en los estudios. Es un tipo brillante, trabajador, con una memoria prodigiosa. Culmina sus estudios con buena nota. Y acto seguido se lanza a la vida pública, que es lo que ha venido rumiando desde tantos años atrás. En Santiago se afilia al tradicionalismo y pronto se convierte en una de sus cabezas más notables. Pronuncia conferencias, se da a conocer. En 1887 comienza a dirigir El pensamiento galaico, uno de los periódicos más señeros de la región. Tres años después salta a Madrid, donde se ha fundado El correo español. Enseguida lo tendremos sentado en las Cortes como diputado carlista por Navarra. Apenas tiene treinta años. Mantendrá su escaño desde 1893 hasta 1916.

La posición de Vázquez de Mella es inequívoca: contra el integrismo, por el tradicionalismo. ¿Y qué quiere decir eso? Vamos a explicarlo. Después de la derrota carlista en la tercera guerra de ese nombre, el tradicionalismo español vive una escisión profunda: unos consideran que es posible unirse a los conservadores en la defensa del catolicismo; otros aspiran ante todo a formar un partido católico radical y otros, en fin, mantienen la bandera tradicional de los pretendientes, el carlismo original. Los primeros se aliarán con Cánovas del Castillo en el ala derecha del sistema de la Restauración, y serán los “unionistas”; los segundos serán los integristas del Partido Católico Nacional, y los terceros serán los tradicionalistas, es decir, los carlistas propiamente dichos. Vázquez de Mella estará entre ellos.

¿Qué significaba cada una de esas opciones? ¿Qué había detrás de una u otra adscripción? Por decirlo en dos palabras: los unionistas pensaban que era posible defender al catolicismo desde las instituciones liberales; en el polo opuesto, los integristas sostenían una visión hipertradicional del orden político, de carácter prácticamente medieval, para defender la fe; y la tercera familia, la de los tradicionalistas, la rama principal del carlismo, que se oponía al sistema liberal de la Restauración, sin embargo trataba de actualizar los principios fundamentales de su doctrina política para hacerlos más acordes con la realidad social. Esta última será la posición de Vázquez de Mella: no se trata de volver a un pasado que se fue, sino de mantener todas aquellas cosas –usos, instituciones, costumbres, leyes- que daban y dan vida a la comunidad.

Hoy, un siglo después, todas estas cosas nos suenan lejanísimas, pero en la España de finales del XIX y principios del XX era un asunto de actualidad palpitante. El carlismo, bajo la batuta de esa corriente tradicionalista, se había convertido en un auténtico partido de masas moderno. Mucho más popular que las escisiones unionista e integrista, el tradicionalismo se había organizado sobre la base de cientos de asambleas locales en toda España (los “círculos”) que llegaron a superar los 30.000 afiliados. Constituido políticamente como Comunión Tradicionalista, mantuvo representación parlamentaria desde 1891 en adelante. El líder parlamentario de esta fuerza nada desdeñable sería precisamente Vázquez de Mella. Y su liderazgo no sería sólo parlamentario, sino también intelectual.

Vamos a centrarnos en ese aspecto intelectual del trabajo de Vázquez de Mella. La tarea era importante: recoger una herencia como la del carlismo, basada en la monarquía tradicional previa a la Revolución Francesa, y convertirla en un cuerpo teórico apto para ser propuesto a los hombres del siglo XX. Nuestro protagonista no fue el único en poner manos a la obra, pero sí el más señalado. Así que sobre la base del pensamiento tradicional español, especialmente Balmes y Donoso Cortés, Vázquez de Mella añadió las posiciones, estrictamente actuales, del francés Albert de Mun, un fervoroso católico que estaba construyendo una suerte de socialismo cristiano, y por supuesto, las aportaciones de la encíclica Rerum Novarum, de León XIII. Recordemos que, en esa encíclica, el Papa mostraba su apoyo a la formación de uniones y sindicatos obreros, al mismo tiempo que reafirmaba su apoyo al derecho a la propiedad privada. Había nacido una tercera vía cristiana entre el socialismo y el capitalismo. Y tan importante como aquello era esto otro: en la visión del Papa, las relaciones sociales y políticas debían encauzarse de manera corporativa entre el gobierno, las empresas, los trabajadores, la Iglesia, etc. Eso es lo que más tarde se llamaría corporativismo. Y esta era exactamente la visión de las cosas que defendía el tradicionalismo.

A la España de la Restauración, que es una España pesimista y resignada, Vázquez de Mella le propone un sentimiento nacional de inspiración religiosa, única fuente posible de una verdadera moralidad pública. La democracia de la Restauración es una democracia falsa, porque se sustenta sobre un reparto de poder caciquil entre los partidos. Frente a eso, nuestro autor propone un sistema de democracia representativa sobre la base de las instituciones naturales: asociaciones, gremios, municipios, familias, universidades… El liberalismo moderno ha sido un error, porque, lejos de liberar a las personas y a las instituciones del peso del Estado, las ha convertido en prolongación del propio Estado; es un Estado en cuyo interior todos los grupos pasan a pelear entre sí, en vez de trabajar para el bien común, y por eso ha surgido el problema obrero, el problema social. Como alternativa, nuestro autor defiende el papel de los poderes intermedios, que son emanación directa de la vida social. Al Estado le corresponde la soberanía política, pero ésta deriva de la soberanía social, es decir, de las entidades intermedias en las que realmente viven inmersos los individuos. Como estas sociedades intermedias son producto de la historia, su soberanía es la de la tradición.

Vázquez de Mella podía haber hecho carrera en el sistema de la Restauración, pero era de una integridad intelectual inquebrantable. Le ofrecieron dos veces ser ministro, y las dos veces rehusó. Tampoco dejó de criticar con dureza la corrupción de la burocracia. Ingresó en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, primero, y en la Real Academia Española después, pero nunca dejó de ser un crítico, un disidente. Él sabía que su puesto estaba en otro lado: en la reivindicación de un orden radicalmente distinto al establecido.

La estrella política de nuestro amigo empieza a apagarse en 1916. Primero, no sale diputado en las elecciones: se había presentado por Oviedo con un programa definido por el regionalismo, el catolicismo y la solución pacífica de los problemas sociales, pero una coalición de socialistas y reformistas le privó del acta. Después, Vázquez de Mella entra en conflicto con el propio jefe de la casa carlista, don Jaime, a cuenta de la primera guerra mundial. El pretendiente carlista era partidario de los aliados (de hecho, los austriacos le habían confinado en su castillo); por el contrario, Vázquez de Mella, era partidario de los alemanes, porque creía que su victoria era más conveniente para España. Don Jaime publica un manifiesto en 1918 en el que reafirma sus convicciones aliadófilas y, más aún, desautoriza públicamente a quienes hayan expresado la posición contraria.

Frustrado, Vázquez de Mella abandona las filas carlistas, pero no deja la vida pública. Inmediatamente crea un nuevo grupo, el Partido Tradicionalista, que recogerá su pensamiento. Su proyección política va a ser limitada, pero, por el contrario, su influencia intelectual en la derecha española se va a consolidar. Sus últimos años son, en realidad, los de un retirado. Cuando el general Primo de Rivera da –con apoyo del Rey- el golpe de Estado que inaugura la dictadura de 1923, Vázquez de Mella se quitará de en medio: no se declara hostil al sistema, pero esa dictadura no es la solución que él busca. Por otra parte, la enfermedad empieza a minarle. En 1925 le amputan una pierna: tiene 64 años y todo va ya cuesta abajo. Su último libro es Filosofía de la Eucaristía, escrito para el Congreso Eucarístico de Chicago. Muere en 1928. Pero sus ideas se siguen moviendo: monarquía tradicional, orden social corporativo, democracia orgánica o de base, Estado confesional (católico), crítica simultánea del socialismo y el liberalismo, política exterior orientada hacia Hispanoamérica… No pasará mucho tiempo antes de que encontremos de nuevo todas esas ideas, recuperadas por el grupo de Acción Española y, después, en el acervo doctrinal del régimen de Franco.

¿Por qué hablar de Vázquez de Mella hoy, tanto tiempo después, cuando la mayoría de sus textos y de sus tomas de posición parecen unidas a un tiempo definitivamente dejado atrás? Pues porque, en realidad, esos textos no han quedado tan atrás como parece. Por una parte, los defectos del orden moderno que Vázquez de Mella denunció en su momento siguen de algún modo vigentes. Y por otro lado, con nuestro autor pasa lo mismo que con otros de su misma época: sus pensamientos, vistos con la luz de hoy, adquieren un sabor completamente singular. Una actualización de los planteamientos de Vázquez de Mella nos llevaría a una revisión a fondo de cosas como la democracia de partidos, en beneficio de una democracia más participativa, o del egoísmo social, en provecho de una vida comunitaria más integrada. Por eso no falta quien conecta a este pensador español con las teorías de Chesterton y Beloc, por ejemplo, que trataron de buscar una alternativa cristiana al capitalismo y al socialismo. Son razones suficientes para seguir leyendo a Vázquez de Mella.






Tomado de Carlismo Argentino

domingo, 25 de enero de 2009

Comunicado del superior general de la Fraternidad San Pío X Monseñor Bernard Fellay

MENZINGEN, sábado, 24 de enero de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos el comunicado que ha emitido el superior general de la Fraternidad Sacerdotal San Pío XI, monseñor Bernard Fellay, este sábado, al hacerse público el decreto de la Congregación para los Obispos, firmado el 21 de enero por el cardenal prefecto Giovanni Battista Re, con el que Benedicto XVI acoge la petición de levantar la excomunión a los cuatro obispos ordenados en 1988 por monseñor Marcel Lefebvre.

* * *


La excomunión de los obispos consagrados por S. E. Mons. Marcel Lefebvre el 30 de junio de 1988, que había sido declarada por la Sagrada Congregación para los Obispos por un decreto del 1º de julio de 1988 y que nosotros siempre negamos, ha sido retirada por otro decreto de la misma Congregación fechado el 21 de enero de 2009 por mandato del Papa Benedicto XVI.

Expresamos nuestra gratitud filial al Santo Padre por este acto que, más allá de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, representará un beneficio para toda la Iglesia. Nuestra Fraternidad desea poder ayudar siempre al Papa a remediar la crisis sin precedentes que sacude actualmente al mundo católico, y que el Papa Juan Pablo II había calificado como un estado de "apostasía silenciosa".

Además de nuestro reconocimiento al Santo Padre, y a todos los que le ayudaron a realizar este valeroso acto, nos congratulamos que el decreto del 21 de enero juzgue necesarias la realización de "reuniones" con la Santa Sede, las cuales permitirán a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X exponer las razones doctrinales de fondo que ella estima ser el origen de las dificultades actuales de la Iglesia.

En este nuevo ambiente, tenemos la firme esperanza de arribar pronto a un reconocimiento de los derechos de la Tradición católica.

Menzingen, 24 de enero de 2009

+ Monseñor Bernard Fellay

Decreto de la Santa Sede para levantar la excomunión de cuatro obispos Consagrados por el arzobispo Marcel Lefebvre

CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 24 de enero de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos el decreto de la Congregación para los Obispos que levanta la excomunión a los cuatro obispos ordenados en 1988 por el arzobispo Marcel Lefebvre.



Decreto de la Congregación para los Obispos


Con la carta del 15 de diciembre de 2008 enviada a su eminencia el cardenal Darío Castrillón Hoyos, presidente de la Comisión Pontificia Ecclesia Dei, monseñor Bernard Fellay, en su nombre y en el de los otros obispos consagrados el 30 de junio de 1988, volvía a solicitar el levantamiento de la excomunión latae sententiae formalmente declarada por decreto del prefecto de esta Congregación para los Obispos con fecha del 1 de julio de 1988.

En la mencionada carta, monseñor Fellay afirma entre otras cosas: "estamos siempre fervorosamente determinados en la voluntad de ser y permanecer católicos y de poner todas nuestras fuerzas al servicio del Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo, que es la Iglesia católica romana. Nosotros aceptamos todas sus enseñanzas con ánimo filial. Creemos firmemente en el primado de Pedro y en sus prerrogativas y por ello nos hace sufrir tanto la actual situación".

Su Santidad Benedicto XVI, paternalmente sensible al malestar espiritual manifestado por los interesados a causa de la sanción de excomunión, y confiando en el compromiso expresado por ellos en la citada carta de no ahorrar esfuerzo alguno para profundizar en necesarias conversaciones con las autoridades de la Santa Sede en las cuestiones aún abiertas, y poder así llegar rápidamente a una plena y satisfactoria solución del problema existente en un principio, ha decidido reconsiderar la situación canónica de los obispos Bernard Fellay, Bernard Tissier de Mallerais, Richard Williamson y Alfonso de Galarreta surgida con su consagración episcopal.

Con este acto se desea consolidar las relaciones recíprocas de confianza, intensificar y hacer más estables las relaciones de la Fraternidad San Pío X con la Sede Apostólica. Este don de paz, al final de las celebraciones de Navidad, quiere ser también un signo para promover la unidad en la caridad de la Iglesia universal, y por su medio, llegar a remover el escándalo de la división.

Se desea que este paso sea seguido por la solícita realización de la plena comunión con la Iglesia de toda la Fraternidad San Pío X, testimoniando así auténtica fidelidad y un verdadero reconocimiento del Magisterio y de la autoridad del Papa, con la prueba de la unidad visible.

En virtud de las facultades que me han sido expresamente concedidas por el Santo Padre, Benedicto XVI, en virtud del presente Decreto, levanto a los obispos Bernard Fellay, Bernard Tissier de Mallerais, Richard Williamson y Alfonso de Galarreta la censura de excomunión latae sententiae declarada por esta Congregación el 1 de julio de 1988 y declaro privado de efectos jurídicos a partir del día de hoy el decreto entonces publicado.

Roma, Congregación para los Obispos, 21 de enero de 2009

Cardenal Giovanni Battista Re

Prefecto de la Congregación para los Obispos

Por expresa orden del Santo Padre, SS Benedicto XVI, se declara privado de todo efecto la totalidad del Decreto de Excomunión.

Tomado de Santa Iglesia Militante

... "En base a la facultad que me ha sido concedida expresamente por el Santo Padre Benedicto XVI, en virtud del presente Decreto, remito la censura de excomunión latae sententiae declarada por esta Congregación el día 1 de julio de 1988 a los obispos Bernard Fellay, Bernard Tissier de Mallerais, Richard Williamson, y Alfonso de Galarreta, al tiempo que declaro privado de todo efecto jurídico, desde la fecha presente, al Decreto emanado en esa ocasión."

Roma, Congregación para los Obispos, Enero 21, 2009.

Card. Giovanni Battista Re

Prefecto de la Sagrada Congregaciòn para los Obispos

Decreto CPO Ene-21-2009

viernes, 23 de enero de 2009

Argentina tiene héroes

LA BUENA MUERTE


Tomado del Blog de Cabildo

Agradeceré que se sirva publicar la siguiente aclaración sobre la causa de la muerte del mayor Horacio Fernández Cutiellos. Como es sabido, él se desempeñaba como segundo jefe del RIM 3 de La Tablada y sucumbió luchando contra los guerrilleros izquierdistas que asaltaron ese cuartel el día 23 de enero de 1989. Acerca de los sucesos en sí, nada me cabe decir, desde que los hechos tienen mejor consistencia que las osadas interpretaciones que se hacen de ellos. Pero sí deseo dar testimonio de la falsedad de las versiones políticas que han atribuido su muerte (de la de los otros, como no me consta, no digo nada), a una supuesta “defensa de las instituciones por su acrisolada fe democrática”.
Pienso que la muerte de una persona es una cosa muy seria —no contamos con otra vida en esta tierra— como para jugar con ella. Bien decía el asesinado dirigente español José Antonio Primo de Rivera, que “Dios no me concedió la vida para que la quemara en holocausto a la vanidad como un castillo de fuegos artificiales”. Las personas que comprenden el sentido de la muerte son las que otorgan un genuino significado a la vida. Otro español, también asesinado por las fuerzas autodenominadas “democráticas”, el escritor Ramiro de Maeztu, pudo decir a sus victimarios: “Ustedes no saben por qué me matan, pero yo sí sé por qué muero”. Desde tal perspectiva es que me animo a sostener que Fernández Cutiellos conocía las solas cosas por las que cabe ofrendar la vida. Me explico. En 1980 tuve la suerte de trabar amistad con él. Lo invité a mi modesto hogar y desde entonces permanecimos en cordial comunicación.

Aclaro que no soy persona de prodigar mi amistad. Como Eduardo Mallea estimo que no conviene afincarse con aquellos para quienes no cuentan las cosas altas del espíritu. Pues, con Fernández Cutiellos fui amigo porque nos unían la misma fe y los mismos ideales patrióticos. Si intentara definirlo, diría que era uno de esos que nuestros enemigos llaman “un integrista o un fundamentalista”. O, dicho en mejor castellano: que era un cristiano creyente. Por la Biblia sabía que no se puede servir a dos señores. Por eso, disponía de una fe única y trascendente. No era politeísta ni fetichista. Creía que solamente Jesucristo era la verdad, el camino y la vida. A las cosas de este mundo las juzgaba según la razón y la experiencia histórica. No confundía a Dios con la Constitución, ni a la Biblia con un calefón. Como creía ya en una religión, no necesitaba confesar otros credos inmanentistas, fueran los de Voltaire, Marx, el “american way of life”, el progreso indefinido de la humanidad o la redención por el proletariado internacional. Como apreciaba el justo valor de la vida, sabía que sólo podía disponer de ella por el bien común nacional. Esto es, que no la dilapidaría por un gobierno o un sistema de gobierno.

Además, era soldado por vocación. Había jurado a la Patria seguir fielmente a su bandera y defenderla hasta perder la vida. Juramento muy solemne para un hombre de honor como él, que no podía mezclar con promesas más pedestres. El 23 de marzo de 1983 me escribió una carta en la que me confiaba que “siempre trataba, conforme a la palabra, de librar pobremente el buen combate diario”. Entre pobres nos entendíamos. Por eso, me añadía: “Los tiempos se presentan difíciles… el enemigo terrorista se reorganiza rápidamente. La economía en estado de agonía… el grado de disolución avanzado de la familia, la inmoralidad reinante… la confusión política que se enseñorea del pueblo, etc. etc., y la poca «calidad» humana de nuestro ejército «profesionalista» conspira para que todo explote en una guerra civil. Creo que sólo podemos esperar que dentro de tres, cuatro o cinco años sobrevenga otro «golpe» liberal o la Nación se disuelva, o sea pasto de sus enemigos históricos. O que Dios Nuestro Señor, que como Ud. bien dice «es criollo», nos ilumine y nos saque de este pozo en el que estamos metidos, fundamentalmente por no reconocerlo como nuestro Rey”.

Y, en otra misiva, me advertía que se aprestaba para la “segunda batalla con los irregulares al servicio del imperialismo soviético”, que en su entender, se libraría antes del “inexorable combate con los sajones”. Esperaba, con el poeta Rainier María Rilke, la gracia de una muerte propia, en combate contra los enemigos de la tierra de sus padres. Entiendo que Dios Nuestro Señor ha escuchado sus oraciones. Y le otorgará la palma de mártir y de héroe que se merece. Cual Martín Fierro, había puesto su fe en Dios, “y de Dios abajo, en ninguno”. De modo que las torpes injurias con que se ha pretendido rodear su muerte, nada le importarían. Pero yo aprecio que era de toda justicia que la verdad brillara. Él no ha muerto por el régimen democrático, por la reforma de la constitución, por el traslado de la capital, o por el sistema métrico decimal. Quienes tengan “fe” en esas cosas u otras similares, que jueguen con sus propias vidas, que no les va a faltar ocasión. Mientras tanto, exijo respeto por la memoria de mi inolvidable amigo Horacio Fernández Cutiellos, caído por Dios y por la Patria.


Enrique Díaz Araujo
JURAMIENTO ANTI-MODERNISTA

MOTU PROPRIO:
"SACRORUM ANTISTITUM"

IMPUESTO AL CLERO EN SEPTIEMBRE DE 1910

POR SS. PIO X



«Amici veri Ecclesiæ Traditionalistæ sunt».
Sancte Puis X, "Notre Charge Apostolique".




" Yo...abrazo y recibo firmemente todas y cada una de las verdades que la Iglesia por su magisterio, que no puede errar, ha definido, afirmado y declarado, principalmente los textos de doctrina que van directamente dirigidos contra los errores de estos tiempos.

"En primer lugar, profeso que Dios, principio y fin de todas las cosas puede ser conocido y por tanto también demostrado de una manera cierta por la luz de la razón, por medio de las cosas que han sido hechas, es decir por las obras visibles de la creación, como la causa por su efecto.

"En segundo lugar, admito y reconozco los argumentos externos de la revelación, es decir los hechos divinos, entre los cuales en primer lugar, los milagros y las profecías, como signos muy ciertos del origen divino de la religión cristiana. Y estos mismos argumentos, los tengo por perfectamente proporcionados a la inteligencia de todos los tiempos y de todos los hombres, incluso en el tiempo presente.

"En tercer lugar, creo también con fe firme que la Iglesia, guardiana y maestra de la palabra revelada, ha sido instituida de una manera próxima y directa por Cristo en persona, verdadero e histórico, durante su vida entre nosotros, y creo que esta Iglesia esta edificada sobre Pedro, jefe de la jerarquía y sobre sus sucesores hasta el fin de los tiempos.

"En cuarto lugar, recibo sinceramente la doctrina de la fe que los Padres ortodoxos nos han transmitido de los Apóstoles, SIEMPRE CON EL MISMO SENTIDO Y LA MISMA INTERPRETACIÓN. POR ESTO RECHAZO ABSOLUTAMENTE LA SUPOSICION HERETICA DE LA EVOLUCION DE LOS DOGMAS, según la cual estos dogmas cambiarían de sentido para recibir uno diferente del que les ha dado la Iglesia en un principio. Igualmente, repruebo todo error que consista en sustituir el deposito divino confiado a la esposa de Cristo y a su vigilante custodia, por una ficción filosófica o una creación de la conciencia humana, la cual, formada poco a poco por el esfuerzo de los hombres, sería susceptible en el futuro de un progreso indefinido.

"Consecuentemente: mantengo con toda certeza y profeso sinceramente que la fe no es un sentido religioso ciego que surge de las profundidades tenebrosas del "subconsciente", moralmente informado bajo la presión del corazón y el impulso de la voluntad, sino que un verdadero asentamiento de la inteligencia a la verdad adquirida extrínsecamente por la enseñanza recibida EX CATEDRA, asentamiento por el cual creemos verdadero, a causa de la autoridad de Dios cuya veracidad es absoluta, todo lo que ha sido dicho, atestiguado y revelado por el Dios personal, nuestro creador y nuestro Maestro".

"En fin, de manera general, profeso estar completamente indemne de este error de los modernistas, que pretenden no hay nada divino en la tradición sagrada, o lo que es mucho peor, que admiten lo que hay de divino en el sentido panteísta, de tal manera que no queda nada más que el hecho puro y simple de la historia, a saber: El hecho de que los hombres, por su trabajo, su habilidad, su talento continúa a través de las edades posteriores, la escuela inaugurada por Cristo y sus Apóstoles. Para concluir, sostengo con la mayor firmeza y sostendré hasta mi ultimo suspiro, la fe de los Padres sobre el criterio cierto de la verdad que está, ha estado y estará siempre en el episcopado transmitido por la sucesión de los Apóstoles; no de tal manera que esto sea sostenido para que pueda parecer mejor adaptado al grado de cultura que conlleva la edad de cada uno, sino de tal manera que LA VERDAD ABSOLUTA E INMUTABLE, predicada desde los orígenes por los Apóstoles, NO SEA JAMAS NI CREIDA NI ENTENDIDA EN OTRO SENTIDO.

"Todas estas cosas me comprometo a observarlas fiel, sincera e INTEGRAMENTE, a guardarlas inviolablemente y a no apartarme jamás de ellas sea enseñando, sea de cualquier manera, por mis palabras y mis escritos...".

jueves, 22 de enero de 2009

¡¡DEO GRATIAS!!



YA FIRMADO POR EL PAPA, SE ESPERA EL ANUNCIO DEL LEVANTAMIENTO DEL DECRETO DE EXCOMUNIONES FSSPX

Tomado de SANTA IGLESIA MILITANTE

La confirmación aún no oficial es prácticamente unánime en la multimedia internacional católica. Asì, por ejemplo, el vaticanista Andrea Tornielli ha asegurado que "se hará público en los próximos días, el decreto con el que Benedicto XVI ha decidido anular la excomunión impuesta a los cuatro nuevos obispos ordenados por Mons. Lefebvre en 1988. Así, además de los cuatro (Bernard Fellay, Alfonso de Galarreta, Tissier de Mallerais y Richard Williamson) habían sido excomulgados el mismo Lefebvre y el obispo brasileño De Castro Mayer, que había participado en la ceremonia."

* * *

En el mismo sentido ha escrito en su blog personal y en el diario italiano "Il Giornale". De sus escritos se han hecho eco innumerables sitios tradicionales en todo el mundo. Confirma así la primicia de De la Cigoña. La contra no ha perdido tiempo y ya hay sitios haciendo campañas de prensa contra la FSSPX y Mons. Fellay. Por nuestra parte agregamos que la confirmación positiva sobre el levantamiento de las excomuniones a un sitio internacional que prefiere guardar reserva, le ha llegado según me ha referido su autor, por parte de un consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

* * *

La revocación del decreto de excomunión -sobre el cual muchos han demostrado su improcedencia- será la reparación de una manifiesta injusticia. Quedamos a la espera de la confirmación oficial.


El Papa ha firmado la revocación de las excomuniones a los lefebvriano.


Tomado de Panorama Católico Internacional



Se hará público en los próximos días, el decreto con el que Benedicto XVI ha decidido anular la excomunión impuesta a los cuatro nuevos obispos ordenados por Mons. Lefebvre en 1988. Así, además de los cuatro (Bernard Fellay, Alfonso de Galarreta, Tissier de Mallerais y Richard Williamson) habían sido excomulgados el mismo Lefebvre y el obispo brasileño De Castro Mayer, que había participado en la ceremonia. En esa ocasión, después de estar a punto de un acuerdo con la Santa Sede (y después de haber tratado con el entonces Cardenal Ratzinger y haber firmado una Carta de Intención), el Arzobispo Lefebvre decidió repentinamente romper, y consagrando obispos a cuatro de sus jóvenes sacerdotes, realizó un acto cismático, jusrificándolo en la necesidad de supervivencia de su Fraternidad San Pío X. Ahora bien, en un gesto verdaderamente magnánimo, acogiendo la solicitud presentada por Fellay, Benedicto XVI ha decidido levantar la excomunión. Excomunión que, debe tenerse en cuenta, siempre y exclusivamente ha afectado a los obispos consagrantes, (Lefebvre y De Castro Mayer, tanto tiempo ha pasado) y a los cuatro consagrados, pero nunca a los sacerdotes y mucho menos a los fieles lefebvrianos.

sábado, 17 de enero de 2009

EL SECRETO DE LA SALETTE
(Aparición reconocida y aprobada oficialmente por la Iglesia.)



Cuando en la audiencia privada del 20 de Enero de 1982 le presentaron a Juan Pablo II una documentación sobre el mensaje de La Salette, Su Santidad comentó: "Estamos en el corazón de las profecías." (L´IMPARTIAL, N. 2, 1982.)

Y en su discurso a los Misioneros de La Salette, nos dice: "A la luz del mensaje de Nuestra Señora de La Salette, atribuís un lugar importante al ministerio de la reconciliación." Y: "La Salette es un mensaje de esperanza, puesto que nuestra esperanza se apoya en la intercesión de la Madre de los hombres." (Lean Discurso del Santo Padre Juan Pablo II.) Su Santidad Juan Pablo II reconoce y acepta la validez del mensaje de La Salette.


APARICION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LA SALETTE

El 19 de septiembre de 1846 se apareció la Santísima Virgen en La Salette (Francia), a dos pastorcitos naturales de Corps: Melanie Calvat de quince años, y Maximin Giraud de once. La Santísima Virgen les confió un secreto, unas advertencias para los tiempos venideros: "el secreto de La Salette."

MELANIE CALVAT provó en varios conventos, no fué admitida a los votos perpetuos. Melanie, estigmatizada y bajo constante dirección espiritual del obispo de Lecce, un virtuoso varón, murió en Italia, el 14 de diciembre de 1904, a los 73 años de edad. MAXIMIN GIRAUD quiso estudiar teología, después medicina. Fué siervo papal; murió en su patria a los 38 años de edad.

La Aparición de La Salette fué aprobada oficialmente por el obispo de la Diócesis, y reconocida por S. S. Pío IX. El 19 de septiembre de 1851, (quinto aniversario de la aparición), Monseñor Filiberto de Bruillard, Obispo ordinario de la diócesis de Grenoble (Francia), a la que pertenece la aldea de La Salette, publicó un decreto en el que entre otras cosas, dice: «Juzgamos que la aparición de la Sma. Virgen a dos pastores el 19 de septiembre de 1846, en la parroquia de La Salette, arciprestazgo de Corps, (Grenoble, Francia), presenta todas las características de verdadera y los fieles tienen fundamento para creerla como indudable y cierta. Aumenta la certeza el concurso inmenso y espontáneo (de gentes) al lugar de la aparición, así como multitud de prodigios, de los cuales es imposible dudar sin ir contra las reglas del testimonio humano. (...) Por tanto prohi-bimos a los fieles y sacerdotes de nuestra Diócesis hablar públicamente o escribir en contra del hecho que hoy proclamamos.»

El 24 de agosto de 1852, Su Santidad Pío IX, concedió que fuera privilegiado el Altar Mayor del templo de La Salette; el 7 de septiembre fundó la Asociación de Nuestra Señora Reconciliadora de La Salette. La Hermadad Misionera de La Salette, los SALETINOS, cuyos frutos fueron y son muy provechosos para la Iglesia y para las Misiones. León XIII elevó el santuario al rango de Basílica y decretó la coronación canónica de "Nuestra Señora de La Salette", efectuada por el Cardenal de París, el día 21 de Agosto de 1879. Nuestra Señora reveló en La Salette dos secretos, uno a Melanie y otro a Maximin. El secreto dado a Melanie constituye lo que comúnmente se conoce como el"el Secreto de la Salette." Un extracto del mismo fué publicado en 1879 por Melanie, con imprimatur del Obispo de Lecce, - Italia.- En 1922 se dió a conocer el texto completo, con Licencia del Rvdo. Padre Lepidi O.P., Maestro del Sagrado Palacio y Asistente Perpetuo de la Congregación del Santo Oficio, (la Congregación de la Fé.)


EL SECRETO

«Melanie, esto que yo te voy a decir ahora no será siempre secreto; puedes publicarlo en 1858: Los Sacerdotes, Ministros de mi Hijo, los Sacerdotes..., por su mala vida, por sus irreverencias e impiedad al celebrar los santos misterios, por su amor al dinero, a los honores y a los placeres, se han convertido en cloacas de impureza. ¡Sí!, los Sacerdotes piden venganza y la venganza pende de sus cabezas. ¡Ay de los sacerdotes y personas consagradas a Dios que por sus infidelidades y mala vida crucifican de nuevo a Mi Hijo! Los pecados de las personas consagradas a Dios claman al Cielo y piden venganza, y he aquí que la venganza está a las puertas, pues ya no se encuentra nadie que implore misericordia y perdón para el Pueblo. Ya no hay almas generosas ni persona digna de ofrecer la víctima sin mancha al Eterno, en favor del mundo. Dios va a castigar de una manera sin precedentes. ¡Ay de los habitantes de la Tierra...! Dios va a derramar su cólera y nadie podrá sustraerse a tantos males juntos. ¡Los jefes, los conductores del Pueblo de Dios, han descuidado la oración y la penitencia, y el demonio ha oscurecido sus inteligencias, se han convertido en estrellas errantes que el viejo diablo arrastrará con su cola para hacerlos perecer. Dios permitirá a la serpiente antigua poner divisiones entre los soberanos, en las sociedades y en las familias. (...) La sociedad está en vísperas de las más terribles calamidades y los más grandes acontecimientos. Se verá obligada a ser gobernada por una vara de hierro y a beber el cáliz de la cólera de Dios. Que el Vicario de mi Hijo, el soberano Pontífice Pio IX, no salga ya de Roma después del año de 1859; pero que sea firme y generoso; que combata con las armas de la fe y del amor. Yo estaré con él. (...) Italia será castigada por su ambición de querer sacudir el yugo del Señor de los Señores. (...) La sangre correrá por todas partes. Las Iglesias serán cerradas o profanadas. Los Sacerdotes y religiosos serán perseguidos.(...) Muchos abandonarán la Fé, y el número de Sacerdotes y religiosos que se separarán de la verdadera religión será grande. Entre estas personas se encontrarán incluso Obispos. Que el Papa se ponga en guardia contra los obradores de milagros, pues llega el tiempo en que los prodigios más asombrosos tendrán lugar en la tierra y en los aires. (...) Lucifer, con gran número de demonios, serán desatados del Infierno; abolirán la fe, aún entre las personas consagradas a Dios. (...) Muchas casas religiosas perderán completamente la fe y perderán a muchísimas almas. Los malos libros abundarán en la Tierra y los espíritus de las tinieblas extenderán por todas partes un relajamiento universal en todo lo relativo al servicio de Dios. Habrá Iglesias para servir a esos espíritus. (...) ¡Ay de los príncipes de la Iglesia que se hayan dedicado únicamente a amontonar riquezas, a poner a salvo su autoridad y dominar con orgullo!

El Vicario de Mi Hijo tendrá mucho que sufrir, porque por un tiempo la Iglesia será entregada a grandes persecuciones. Esta será la hora de las tinieblas. La Iglesia tendrá una crisis espantosa. Dado el olvido de la santa Fe en Dios, cada individuo querrá guiarse por sí mismo y ser superior a sus semejantes. (...) El Santo Padre sufrirá mucho. Yo estaré con él hasta el fin para recibir su sacrificio. Los malvados atentarán muchas veces contra su vida, sin poder poner fin a sus días; pero ni él ni su sucesor verán el triunfo de la Iglesia de Dios. Los gobernantes civiles tendrán todos un mismo plan, que será abolir y hacer desaparecer todo principio religioso para dar lugar al materialismo, al ateísmo, (...) a toda clase de vicios. Que los que estén al frente de las comunidades religiosas vigilen a las personas que han de recibir, porque el demonio usará toda su malicia para introducir en las órdenes religiosas a personas entregadas al pecado, pues los desórdenes y el amor de los placeres carnales se extenderán por toda la Tierra. Francia, Italia, España e Inglaterra estarán en guerra; la sangre correrá por las calles; el francés luchará contra el francés, el italiano contra el italiano... habrá una guerra universal que será espantosa. Por algún tiempo Dios no se acordará de Francia ni de Italia, porque el Evangelio de Cristo no es ya conocido. Los malvados desplegarán toda su malicia. Al primer golpe de su espada fulminante las montañas y la naturaleza temblarán de espanto, porque los desórdenes y los crímenes de los hombres traspasan la bóveda de los Cielos. París será quemado, y Marsella engullida; varias grandes ciudades serán sacudidas y engullidas por terremotos. Se creerá que todo está perdido. No se verán más que homicidios, no se oirá más que ruido de armas y blasfemias. Los justos sufrirán mucho, sus oraciones, su penitencia y sus lágrimas subirán hasta el Cielo, y todo el Pueblo de Dios pedirá perdón y misericordia e implorarán su ayuda e intercesión. Entonces Jesucristo, por un acto de justicia y de su gran misericordia con los justos, mandará a sus ángeles que destruyan a todos sus enemigos. Los perseguidores de la Iglesia de Cristo y los hombres dados al pecado perecerán de golpe, y la Tierra quedará como un desierto.

Entonces será la paz, la reconciliación de Dios con los hombres; Jesucristo será servido, adorado y glorificado. La caridad florecerá en todas partes. Los nuevos reyes serán el brazo derecho de la Santa Iglesia que será fuerte, humilde, piadosa, pobre, celosa e imitadora de las virtudes de Jesucristo. El Evangelio será predicado por todas partes y los hombres harán grandes progresos en la fe, porque habrá unidad entre los obreros de Jesucristo, y los hombres vivirán en el temor de Dios.» (...)

(Las profecías de La Salette no parecen haber sido dictadas en orden sucesivo, no son correlativas. Continúa:)

«La Tierra será castigada con todo género de plagas. Habrá guerras, hasta la última que la harán los diez reyes del anticristo, los cuales tendrán todos un mismo plan, y serán los únicos que gobernarán al mundo. Antes que eso suceda, habrá una especie de falsa paz en el mundo; no se pensará más que en divertirse; los malvados se entregarán a toda clase de pecados; pero los hijos de la Santa Iglesia, los hijos de la fe, mis verdaderos imitadores, creerán en el amor de Dios y en las virtudes que me son más queridas. Dichosas las almas humildes guiadas por el Espíritu Santo, Yo combatiré con ellas hasta que lleguen a la plenitud de la edad. La naturaleza clama venganza contra los hombres, y tiembla de espanto en espera de lo que debe suceder en la Tierra encharcada de crímenes. Temblad Tierra, y vosotros que hacéis profesión de servir a Jesucristo y que interiormente os adoráis a vosotros mismos, ¡temblad!, pues Dios va a entregaros a sus enemigos, porque los lugares santos están en la corrupción. Muchos conventos no son ya casa de Dios, sino pastizales de Asmodeo. Durante este tiempo nacerá el anticristo... Hará prodigios y no se alimentará sino de impurezas. ... Se cambiarán las estaciones... Los astros perderán sus movimientos regulares. La luna no reflejará más que una débil luz rojiza. El agua y el fuego causarán en el globo terrestre movimientos convulsivos y horribles terremotos.

ROMA perderá la Fé y se convertirá en la sede del anticristo. Los demonios del aire, con el anticristo, harán grandes prodigios en la Tierra y en los aires, y los hombres se pervertirán más y más. Dios cuidará de sus fieles servidores y de los hombres de buena voluntad. El Evangelio será predicado por todas partes. Todos los pueblos y todas las naciones conocerán la verdad.

Hago una apremiante llamada a la Tierra, llamo a los verdaderos discípulos del Dios que vive y reina en los Cielos, llamo a los verdaderos imitadores de Cristo hecho hombre, el único y verdadero salvador de los hombres. Llamo a mis hijos, a mis verdaderos devotos, a los que se me han consagrado a fin de que los conduzca a mi Divino Hijo, los que llevo, por decirlo así, en mis brazos, los que han vivido de mi espíritu. Finalmente... Llamo a los Apóstoles de los Últimos Tiempos. Los fieles discípulos de Jesucristo que han vivido en el menosprecio del mundo y de sí mismos, en la pobreza y en la humildad, en la oración y en la mortificación, en la castidad y en la unión con Dios. En el sufrimiento, y desconocidos del mundo. Ya es hora que salgan y vengan a iluminar la Tierra: Id y mostraos como mis hijos queridos, yo estoy con vosotros y en vosotros, con tal que vuestra fe sea la luz que os ilumine en esos días de infortunio. ... Luchad hijos de la luz, vosotros pequeño número... pues ya está aquí el tiempo de los tiempos, el fin de los fines. La Iglesia se oscurecerá, el mundo quedará consternado. Pero he ahí ENOC y ELÍAS, llenos del espíritu de Dios; predicarán con la fuerza de Dios, y los hombres de buena voluntad creerán en Dios, y muchas almas serán consoladas. Harán grandes prodigios por la virtud del Espíritu Santo, y condenarán los errores diabólicos del anticristo. ¡Ay de los habitantes de la Tierra...! Habrá guerras sangrientas y hambres, pestes y enfermedades contagiosas; habrá lluvias de un granizo espantoso... ... Tempestades que destruirán ciudades, terremotos que engullirán países; se oirán voces en el aire; los hombres se golpearán la cabeza contra los muros, llamarán a la muerte. ... La sangre correrá por todas partes. ¿Quién podrá resistir si Dios no disminuye el tiempo de la prueba? Por la sangre, las lágrimas y oraciones de los justos, Dios se dejará aplacar. Enoc y Elías serán muertos. ROMA pagana desaparecerá, caerá fuego del cielo y consumirá tres ciudades; el universo entero estará preso del terror, y muchos se dejarán seducir por no haber adorado al verdadero Cristo, que vivía entre ellos. Ha llegado el tiempo. l sol se oscurece, solo la fé vivirá. Aquí está el tiempo. El abismo se abre. He aquí el rey de los reyes de las tinieblas. Aquí está la bestia con sus súbditos, llamándose el salvador del mundo. Se elevará con orgullo por los aires para subir hasta el Cielo. Será sofocado por el soplo de San Miguel Arcángel. Caerá. Y la Tierra, que llevará TRES DÍAS en continuas evoluciones, abrirá su seno lleno de fuego. Será hundido para siempre, (el anticristo), con todos los suyos, en los abismos eternos del infierno. Entonces el agua y el fuego purificarán y consumirán todas las obras del orgullo de los hombres y todo será renovado. Dios será servido y glorificado.»

Los hechos referidos en el secreto de La Salette no parece ser dictados en orden sucesivo, no podemos entenderlos en forma cronológica. A veces se repite lo que se dijo anteriormente. ( "Estilo cíclico", característica Apocalipsis de San Juan.) Se habla del triunfo definitivo de la Iglesia, después del Juicio de las Naciones o purificación de la humanidad, en el que todo será renovado y habrá entonces un solo rebaño y un solo pastor. También se habla del nacimiento y de la actuación del anticristo. Referirse al anticristo es llegar al máximo grado de apostasía universal. También hace referencia a los dos testigos, que condenarán los errores del anticristo y exhortarán al mundo a hacer penitencia. Testigos que al final serán vencidos y muertos. ( Apoc. cap. XI.) Algunas profecías ya se han cumplido:

A.-Que el Papa no saliera de Roma después de 1859, año a partir del cual, vencida Austria, querían que el Papa abandonase Roma para conseguir la unidad italiana.

B.-La profecía de Napoleón también se cumplió al pie de la letra: cayó "sobre la propia espada de la cual quería servirse para obligar a los pueblos a ensalzarlo"; esa fué Prusia, de ella se sirvió para debilitar a Austria, la potencia católica. etc.

El punto central del mensaje de La Salette es que: 1.- "Vendrán una serie de castigos y catástrofes...", Por causa (o producto), de los pecados de los hombres. 2.- "Muchos sacerdotes se apartarán de la sana doctrina." Una triste realidad hoy en día, de la que nosotros tenemos mucha culpa por no haber rezado suficientemente por ellos. Y ahora satanás ha cegado las inteligencias de muchas almas consagradas.) 3.- "Muchas casas religiosas se apartarán de la verdadera fe." Vivimos en un desconcierto doctrinal sin precedentes. Nuestra Señora hace referencia al anticristo, y que Roma perderá la fe y se convertirá en su sede. (Afirmaciones que no chocan con lo revelado en la Sagrada Escritura.) Dios permitirá a Satanás tentar a los hombres y al mundo y éste llegará al caos, al desorden y la desesperación. Y por un acto de su justicia y su misericordia mandará purificar y renovar al mundo, y a su Iglesia, y la vida en la Tierra continuará con aquellos hombres justos y orantes que supieron estar vigilantes a los mensajes marianos y al espíritu cristiano, y vendrá entonces, -como está profetizado-, el reinado de los Sagrados Corazones de Jesús y de María.

La Santísima Virgen clarifica en La Salette los Últimos Tiempos, y hace una llamada a los verdaderos imitadores de su Hijo, a los "Apóstoles de los Últimos Tiempos", que ayudarán al triunfo definitivo de Jesucristo, con Paz y reconciliación de Dios con los hombres, cuando la Santa Iglesia será piadosa, fuerte, humilde e imitadora de las virtudes de Jesucristo. Según la tesis de que estamos en los ULTIMOS TIEMPOS, el "Final de los Tiempos", (no el fin del mundo), y que una purificación dará lugar a la conversión de los judíos y del mundo, lo fundamental del Secreto de La Salette, referido a la época actual, es "LA GRAN APOSTASIA" denunciada ya por Pablo VI: "el humo del infierno se ha infiltrado en la Iglesia".

Con una especial responsabilidad del clero. Una crisis espantosa de la Iglesia, una persecución religiosa, y castigos apocalípticos; castigos también anunciados en Fátima, y en otras apariciones: "Varias naciones serán aniquiladas..."

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«En cuanto a las revelaciones privadas, es mejor creer que no creer en ellas; porque si crees y resultan ser verdaderas, te sentirás feliz de que creiste, porque Nuestra Santa Madre lo pidió. Y si resultan ser falsas, tú recibes todas las bendiciones como si fueran verdaderas, porque creiste que eran verdad.» (Papa Urbano VIII, 1636 )



Tomado de www.statveritas.com