A TODOS MIS OBISPOS PADRES Y PASTORES
Soy un fiel común y del común. Nací en el seno de la Iglesia Católica y Apostólica a la que pertenezco desde mi bautismo en 1922, hacen, pues, ¡86 años!
Las ovejas están descarriadas. El maligno las devora. La legislación del aborto y de la educación sexual son horrores que atentan contra Dios, la ley natural y los prójimos todos. Se ha privado a los padres de la potestad de educar a sus hijos, potestad arrebatada por un Estado totalitario que lleva a las almas de niños y jóvenes al destructor camino de la falsa y prematura sexualidad —sexualismo—, al desprecio de la responsabilidad progenitiva y a aceptar como familia a uniones aberrantes.
Las voces de los pastores son pocas, muy pocas, y no logran hacerse oír por falta de acompañamiento unánime; en suma no son eficaces ni suficientes.
Las madres de los pañuelos blancos, con su odio pertinaz, muestran por contraste el camino perseverante que deberían seguir nuestras madres, con amor y con pañuelos rojos, símbolos éstos de la sangre mártir de los niños arrebatados a la vida antes de nacer, y de la inocencia perdida en las almas desviadas de los pequeños por culpa de la enseñanza oficial, unificada y destructora.
A los fieles es necesario se nos llame a orar, pero esto no resulta suficiente. La Cristiandad nació con el ora et labora y deberá renacer así en la patria. Necesitamos ser convocados por los pastores de manera unánime, con voz clara, coherente, firme y eficiente; pero ser llamados a la acción, es decir a hacernos visiblemente presentes ante el poder político mostrando que somos, que tenemos derechos y exigimos su respeto.
Padres obispos, por favor y por Dios, en forma unida convóquennos físicamente a ponernos de pie en todo el país, campos, pueblos y ciudades, calles, plazas, rutas, con fecha y día. Llámennos. Iremos. El Señor y Nuestra Madre Santísima harán el resto con creces.
Coronel Juan Francisco Guevara
Publicado por el Blog de Cabildo
Soy un fiel común y del común. Nací en el seno de la Iglesia Católica y Apostólica a la que pertenezco desde mi bautismo en 1922, hacen, pues, ¡86 años!
Las ovejas están descarriadas. El maligno las devora. La legislación del aborto y de la educación sexual son horrores que atentan contra Dios, la ley natural y los prójimos todos. Se ha privado a los padres de la potestad de educar a sus hijos, potestad arrebatada por un Estado totalitario que lleva a las almas de niños y jóvenes al destructor camino de la falsa y prematura sexualidad —sexualismo—, al desprecio de la responsabilidad progenitiva y a aceptar como familia a uniones aberrantes.
Las voces de los pastores son pocas, muy pocas, y no logran hacerse oír por falta de acompañamiento unánime; en suma no son eficaces ni suficientes.
Las madres de los pañuelos blancos, con su odio pertinaz, muestran por contraste el camino perseverante que deberían seguir nuestras madres, con amor y con pañuelos rojos, símbolos éstos de la sangre mártir de los niños arrebatados a la vida antes de nacer, y de la inocencia perdida en las almas desviadas de los pequeños por culpa de la enseñanza oficial, unificada y destructora.
A los fieles es necesario se nos llame a orar, pero esto no resulta suficiente. La Cristiandad nació con el ora et labora y deberá renacer así en la patria. Necesitamos ser convocados por los pastores de manera unánime, con voz clara, coherente, firme y eficiente; pero ser llamados a la acción, es decir a hacernos visiblemente presentes ante el poder político mostrando que somos, que tenemos derechos y exigimos su respeto.
Padres obispos, por favor y por Dios, en forma unida convóquennos físicamente a ponernos de pie en todo el país, campos, pueblos y ciudades, calles, plazas, rutas, con fecha y día. Llámennos. Iremos. El Señor y Nuestra Madre Santísima harán el resto con creces.
Coronel Juan Francisco Guevara
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