Berenguela cubría de recatos
una cuna con bríos imperiales.
Y llegaban al hijo sus relatos
como sones pujantes de arrebatos
del torreón de los campos celestiales.
Viene el alba por Burgos, en Las Huelgas
ciñe acero, loriga, limpio brial.
España es un olor de madreselvas
cautivo entre los moros y las sierras
que espera al Caballero del Grial.
Ya le llega de frente, entre pendones,
va en su escolta quien dicen es Santiago,
o el Estado Mayor de las razones
con que amar a la patria en los hondones
aunque duela el amor dolor aciago.
Las campanas regresan a su oficio.
Las cruces se levantan en Jaén.
Sevilla es un católico epinicio,
y a su paso la Fe, como el indicio
de un alcázar o muro o terraplén.
A los pobres del reyno tu desvelo,
el Fuero Juzgo a todos, las Partidas,
al infiel la Cruzada y el anhelo
de servir de sostén y de consuelo
en la noche del llanto y las heridas.
Que otra vez del arzón de tu montura
penda la Virgen de las Mil Batallas,
que una cantiga por cabalgadura
nos ponga en marcha fatigosa y dura
cargados de esperanzas y de agallas.
Porque el siglo da reyes sin alteza,
da pastores sin sangre ni certeza
de la cruz luminosa del martirio.
Acaso pueda entonces tu entereza
purificar el barro como el lirio.
Antonio Caponnetto
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