sábado, 23 de agosto de 2008

Poesia

Ducadelia apartó sus legajos y leyó detenidamente el poema. Que decía así:

Para despreocuparse de mujer,

dice el célebre histólogo Cajal,

precisa hartarse de mujer.

Hay que agotar el mágico animal

sed entrañable que entra por los ojos

prurito inmenso y atracción vital.

Usarlo mucho hasta que engendre enojos

y comer hasta el asco y el exceso

vivientes frutas y claveles rojos.

Común remedio conocido es eso

alguna vez terriblemente tienta

perder el alma por un solo beso. . .

Mas yo elegí tener alma sedienta.

Yo no acepté el científico aparato

yo renuncié en los lechos sudorosos

a ese vaso vulgar de alcohol barato.

Di de la posesión las breves rosas

por las rosas eternas de la espera

y el manantial de las celestes cosas.

Y una mujer que para Dios me quiera

que de mí necesite todo entero

y de mi alma sea la enfermera.

Despreocuparme de mujer no quiero. . .

De la vida esencial sentir vacío

quiero, y hasta alcanzar la luz que espero.

Sufrir ausencias del Tesoro mío.

Sólo Dios puede ser el cientotanto

de lo que yo dejé por su promesa

que es la mujer con su nupcial encanto.

Será manjar común caduca mesa

pero era de mi mente el lenitivo

y el equilibrio para mi cabeza.

Al dejarla dejé el remedio vivo

cegué la humana fuente necesaria

y de imposible sed quedé cautivo. . .

Y mi aire mismo se volvió malaria.

Pero Dios es el vino de la vida

y es la resurrección extraordinaria.

Puede romper mi tumba sin salida

y a través de las puertas de la muerte

de una tristeza enferma y desmedida.

Pagar puede a lo Rey la deuda fuerte

abrir tálamo eterno al alma mía

trocar mi carne y reparar mi suerte

En el beso de la Sabiduría.

Pensé de ti un millón de cosas lindas

que un día, oh Reina, te diré en el cielo

en paisaje de lirios y de guindas.

No es buen tiempo este tiempo de recelo

para mí por lo menos, para amores.

No habita niño Amor inmisión de duelo.

Campa el feroz pirata en los alcores

esta ocupando mi nación natía

humo de incendio y ruido de atambores.

Sucio y en fiebre y en guerrero avío

en este campamento de barracas

es furor de luchar el amor mío.

En este otrora vil puerto de vacas

aunque semilla hidalga de donaires

que es hoy feria de vanas alharacas.

No es este vano y vacuo Buenos Aires

para nosotros dos criar un hijo.

Exige un lujo tal mejores aires.

Yo no puedo ofertarte este yacijo

ruidera horrenda bajo cielos grises...

para tu amor tálamo regio exijo.

Y en busca de Venecias y Parises

o Mallorcas o Ñapóles suntuosos,

sueña mi corazón otros países.

Aprontando los remos fatigosos

aparejar las velas soñadoras

hacia cármenes vagos y suntuosos

Oh Capri, isla del sol, doradas proras

en el fresco zafiro derretido

oro solar de las ociosas horas,

Aromas de laurel, vientos de olvido

do bajo el duomo del sedoso azur

valga la pena fabricar el nido.

Islas remotas del caliente Sur

Boguemos juntos, oh alma marinera

Dejemos este horrendo Singapur.

Volemos juntos, oh alma compañera,

que el espíritu tiene más regiones

que las cinco comarcas de la esfera.

Yo te ofrezco infinitas excursiones

si hallas la soledad, si hallas la vía

del vuelo de los místicos halcones.

Por eso callo y lo que te diría

mañana, oh musa, lo diré en el cielo

porque hoy habita la milicia mía

¡tiempos de batallar, nación en duelo!

Dios te dé, mi enfermera, tanto bien

como por medio tuyo me hizo a mi

casi infinito bien.

Más del que yo, soñando, le pedí.

Mucho más y lo mismo que esperé

más infinitamente que le di.

Más salud y la misma que soñé

en noche horrenda a la lejana luz

de la estrella lejana de la fe.

No es que yo quiera desertar la Cruz

pero se está volviendo cruz de amor

¿y quién ha sido el mágico arcaduz?

En el árbol de infamia y de dolor

ásperas truncas ramas sin perfil

por milagro de Dios brotó una flor.

Desde el fango brotó una flor sutil

y en el barro del pobre corazón

¿quién sembró el tenue lirio de marfil?

Tan tenue, que durar es ilusión

pero que mientras dure es pino aroma

de mirra contra la putrefacción.

Mortal es: morirá. He aquí el axioma;

mas cuando muera, el Ángel me decía,

será en la luz de la eternal Paloma

Será en la nueva esfera de María

un tercer cielo de mayores vistas

revelación de la última armonía.

Definitivas místicas conquistas

quizá cortadas, sí. por noches tristes. . .

Oh Dios, soy tan feliz de que Tú existas. . .

¿Y por quién puedo yo ver hoy que existes?

(P. Castellani ,Juan XXIII – XXIV, Puntada 11: Poesías)


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